El joven adolescente se encuentra en dos mundos, la
fantasía, que se convierte en idealismo y que se traduce en las ganas de transformar
el mundo en algo mejor y la realidad, que se opone al anterior. El adolescente
tiene un idealismo hermoso, pero a veces iluso, ingenuo que choca con el
realismo. No ha aprendido a renunciar, a ajustar el mundo de lo ideal al
limitado y estrecho mundo de lo real; resultando muchas veces una confrontación
dolorosa.
El adolescente no puede ignorar que el mundo existe
como una realidad en sí.
Siente el agobio de la realidad. Ve una realidad
polivalente (con cosas buenas y cosas malas) en la que deberá participar activa
y responsablemente, en ocasiones es audaz, aunque también teme al compromiso.
Es natural, a esta edad, tener temores e inseguridades. El joven se pregunta:
¿si me equivoco?,
¿y si no valgo? O dice : ¡no quiero ser grande¡. El
joven se deberá preparar con la ayuda de los adultos a su alrededor para
enfrentar esta doble realidad, es decir, para aprender a manejar esta
dicotomía.
Ser solamente idealista es estar en un extremo
falso. El que disfraza o niega la realidad se hace una trampa, se causa daño,
el joven deberá tomar conciencia de que está empezando a asumir su vida y que
las decisiones que tome repercutirán sobre su futuro, deberá saber con qué
capacidades cuenta y que limitaciones podrían dificultar el logro de sus metas.
En nuestra vida tenemos ideales que sabemos que
están más allá de lo posible.
Otros tienen una posibilidad lejana. No declinar
ante el cansancio. El desgano, la flojera, la envidia. Para lograr algo de la
vida debemos estudiar, vencer conductas, cultivarnos, prepararnos. Lo que vale
es el empeño. Ser capaces de mantener nuestros ideales, pero adaptándonos a la
realidad. Luchando, mirando de frente, pero reconociendo el límite.
Es necesario recordar que debemos contar siempre
con la asesoría y orientación de una persona adulta con experiencia que puede
ser nuestro profesor o algún familiar que nos ilumine en la toma de decisiones.
La vida nos espera; estamos llamados a caminar, y no a estancarnos cada uno de
nosotros tiene potencialidades que debemos descubrir. Cada uno merece sentirse
protagonista cada uno tiene la posibilidad de decir “mañana”, de soñar, de
darle un sentido a su vida y de planear que quiere hacer de ella.
La invitación es a luchar por nuestros ideales, a
construir un futuro lleno de felicidad y bienestar para nosotros, nuestros
familiares y nuestra sociedad.
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