Tomar una decisión quiere decir elegir entre, al
menos, dos opciones posibles.
Elegir quiere decir enfrentar más de una
posibilidad y tomar una postura propia ante lo que enfrentamos. Las decisiones
que se toman durante la adolescencia trascienden. Esto quiere decir que marcan
las siguientes etapas del curso de vida. Quiere decir que sus consecuencias se
manifiestan, a través del tiempo, en la juventud, la madurez e incluso la
vejez.
El proyecto de vida puede convertirse en un marco
vital que permita a las y los adolescentes tomar las mejores decisiones: las más
informadas, las más debatidas, las más reflexionadas, las decisiones que más
apoyen y propicien la cristalización de sus anhelos, de sus planes, de sus
ilusiones.
Cuando durante la adolescencia las y los jóvenes
formulan sus propios proyectos de vida, tienen con ellos una trinchera donde
guardarse durante las tempestades (crisis familiares, desencuentros de par a
par o angustias particulares, por ejemplo); un edificio al abrigo del cual
trabajar planes y hacerse de herramientas (como conocimientos o destrezas); y
un marco de referencia que guíe y oriente su toma inteligente, sensible y
pertinente de las decisiones que marcarán el rumbo de sus vidas.
La vida es un camino en busca de algo, una lucha
por algo. Si no tuviéramos esta perspectiva, la palabra “ojalá” o “mañana” no
existiría. Viviríamos sin una línea de proyección más alta.
Si queremos mejor calidad de existencia, lo real
nos duele por la perfección que no tenemos. Todos poseemos las capacidades para
componer un mundo mejor.
Sentimos necesidad de ponernos en camino. El camino
es largo (depende de la meta), pero es un camino. Cuanto más vivo es el ideal, más
fuerza tengo; cuanto más tibio es el ideal (por temores, exceso de prudencia,
desconfianza), nos adaptamos y no avanzamos.
¿dónde estamos y donde quisiéramos llegar? Debemos
optar y decidir, ponernos metas próximas y metas distantes. No hay un camino
fluido siempre existen obstáculos de diversa índole. Tendremos que esforzarnos
por vencer las dificultades. Los obstáculos, para la mayoría son desafíos que
se transforman en proyectos.
El adolescente debe enfrentar un conjunto de
desafíos y tareas en su proceso de convertirse en adulto. Esto le exige optar
en distintos ámbitos de la vida: valores, estudios, amistades, trabajo, pareja,
etc. Las decisiones que tome en esta etapa repercutirán indudablemente en su
porvenir.
La apertura hacia la búsqueda de nuevos incentivos
y la consecuente tensión que genera la motivación, esa marcha hacía el futuro y
la transformación del presente que ya no satisface es característica del ser
humano. Un proyecto de
vida se construye poco a poco en un clima de
autenticidad y respeto
El pasado y futuro están siempre presentes en la
construcción de un proyecto, es la insatisfacción del presente y el deseo de
otras posibilidades, es la acción siempre abierta y renovada de superar el
presente y abrirse camino, alternativas y proyectos nuevos. El proyecto se
construye sobre una mezcla de libertad y necesidad.
Es un proceso constructivo que utiliza la
experiencia anterior, sus posibilidades y las alternativas concretas que ofrece
el ambiente en cierta etapa de la vida. En la adolescencia el proyecto es
indispensable para lograr la individualización.
Recuerda que para la toma de las decisiones
importantes, es necesario que acudas a la orientación de una persona experta o
con experiencia en el tema que corresponde a tu decisión y no dudes en
consultar si lo necesitas.
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